martes, 31 de mayo de 2011

Sagradas obligaciones



 
  Esta mañana ha sufrido la pena ordinaria de garrote, la desventurada Da. Josefa Alfonso, vecina de Mariel, a consecuencia del asesinao de su legítimo consorte D. Anselmo Muñoz, cometido en aquella jurisdicción en eel mes de octubre del año pasado de 1828, cuya causa ha seguido sus trámites legales conforme a nuestras leyes. 

 La vindicta pública cruelmente ofendida ya está satisfecha, la espada vengadora de la justicia, haciendo su deber, ha quitado la vida a esta desgraciada mujer, que olvidada de las sagradas obligaciones conyugales y sociales, escandalizó con su hecho toda la población, y permita Dios que el ejemplar castigo que acabamos de presenciar, sirva de escarmiento a los perversos que se nutren con el crimen y la maldad. 

  ¡Malhadada mujer! Nosotros te compadecemos, y no podemos menos que llenarnos de espanto al recordar la historia de tu horrendo homicidio. ¿Cómo pudo la natural debilidad hacer tanto? Consta por declaración de la misma Alfonso que fue al lecho [conyugal] en compañía de su esposo, a cuyas caricias hubo de negarse, resentida de cierta injuria que le hizo aquel propio día, que éste tiró de un puñal para herirla, que ella asustada dio voces pidiendo socorro y que en este conflicto se introdujo un hombre por el postigo de una ventana, a quien ella no conoció, que este hombre arrancó el puñal de las manos de Muñoz y le dio muerte, que seguidamente…!Nos estremecemos! Que ayudó a descuartizarlo, a recoger la sangre en una cazuela y lavar el suelo… No podemos continuar, nuestra sensibilidad se resiente. La ciencia del magistrado ha sabido graduar este relato, y las leyes se han cumplido para bien de la sociedad ultrajada.

 Olvidemos el delito de esa madre infortunada, y derramando nuestra compasión sobre sus infelices hijos que deja en la orfandad, lloremos con ello la debilidad materna… Este es el destino. 




 Diario de La Habana, jueves 30 de septiembre de 1830, p. 1.


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