martes, 26 de junio de 2012

El último hombre






Héctor Poveda (1890-1968)




Más que la turbia fama del poeta,

prefiero el suave acento de lo inédito,

y una vida incolora, y tan discreta

que discurra sin vanidad, ni mérito.


Prefiero cualquier buen vivir mediocre,

de modo que mi vida pronto vea

protegido por ese mismo ocre

que guarda como cáscara, a mi aldea.


Y he de ser, desde ahora, manso y grave

con el eclecticismo del que sabe

hurtar su suerte a la murmuración.


Y metódico y oscuro, y uniforme,

daré paz a toda lengua deforme

que hostilice mi genio bonachón.



                              Holguín, 1919



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