martes, 4 de marzo de 2014

La Revolución y los niños



  

 Manuel Luis del Riego

 ¿Quién en Cuba, sobre la revolución adulta y efectiva que se concretó el primero de enero, no está sufriendo la anual repetida y periódica revolución infantil?

 "Acaba de acabar" el curso académico de 1959, pletórico de incidencias extraordinarias que han hecho que este año sea un año miliar en la historia de nuestro país: fecha esencial, para bien o para mal -evitemos que el criterio propicio dicte los vaticinios- en todo el futuro de nuestra nacionalidad. Y si los mayores estamos conmovidos y conmocionados por lo que ha pasado en nuestra geografía durante el año escolar que dura de septiembre hasta junio, sobra decir el efecto que los extraordinarios aconteceres han producido sobre la mentalidad de los niños de Cuba.
 
 Dedicamos esta "Agujar de Marear, cuya misión es señalar el rumbo de cada día, al problema anual y repetido de las Vacaciones. Hoy, la turba infantil, contenida en gran parte por la cotidiana obligación de la clase diaria, de la tarea ineludible, se nos desborda para inundar el recinto del hogar. Ya a las ocho de la mañana, cuando en las semanas anteriores pasaba el ómnibus que devolvía su carga juvenil a las seis de la tarde, rendida por el cotidiano trabajo escolar, están los hijos -los tuyos y los míos, querido lector- pidiendo playa, cine, club, reunión, televisión, sin que podamos oponer a su exigencia el fantasma cierto del futuro día de clase, de la nota quincenal, del examen del instituto...

Esta realidad que todos palpamos platea ingentes y pavorosos problemas cuya solución no vamos a abordar en estas escuetas y limitadas líneas. 
   
Vamos, para terminar, a lo siguiente: todos, todos los padres, nos hemos visto obligados a imponer nuestra terrífica autoridad para enviar a los niños a la cama durante las repetidas e interminables comparecencias de Fidel en la televisión. 

 Aquellos no eran temas ni eran horas de infantes, por lo que había justicia en el imperativo categórico que remitió a los hijos al lecho reparador. Pero ahora Fidel seguirá hablando casi casa semana, según el ritmo adulto, trascendente, profundo, tal vez agrio, polémico, beligerante, que le marcan los aconteceres naciones. 

 ¿Parecerá ingenuidad suma el proponerle que por una sola vez, y para evitarnos y evitarle incomprensiones y polémica con esa grey infantil que ya no se acuesta a las nueve de la noche, propongamos una comparecencia de Fidel dedicada exclusivamente a los niños de Cuba? ¿No sería acertado integrar un panel de muchachos -y la idea se la entregamos con gusto a nuestra justo y ajustado Eduardo Pages- que se encaren con el líder revolucionario para examinarlo exhaustivamente sobre todas las cuestiones de su interés?


 Son los muchachos que realizan el milagro de las "postalitas". Los muchachos que tuvieron que irse a la cama muchas, muchas noches, en que estaban prendidos al televisor escuchando, tal vez, cosas incomprensibles. ¿No merecen ahora, al inicio de las vacaciones, siquiera sea para permitirnos a los padres mandarlos a dormir cuando Fidel vuelva a exigirnos el desvelo hasta el amanecer, ese programa exclusivamente "para ellos"?

 Al marcar la actualidad del predominio infantil en las vacaciones recién iniciadas, creemos justo que esta Aguja de Marear señale ese norte que, complaciendo a los muchachos o a quien debemos una reparación, nos pueda dejar, luego, la autoridad íntegra para remitir hacia el lecho propicio y acogedor a nuestros desvelados y exigentes "coleccionistas".


2 comentarios:

Mariella del Riego dijo...

Con sorpresa leo esta entrada que me ha hecho recordar aquella época.
Manuel Luis del Riego era mi padre.
(Debo añadir que también les costaba enviarnos a la cama cuando, tras el cañonazo de las 9 y multitud de réplicas en forma de cócteles molotov y sirenas de perseguidoras, desde su despacho -aun a puerta cerrada- se escuchaba aquella misteriosa voz de Radio Rebelde transmitiendo desde "el territorio libre de América").
Un saludo

D.L. dijo...

Gracias Mariella! Muy buen texto el de su padre y me alegra por la sorpresa y el comentario que deja. Saludos!