lunes, 21 de julio de 2014

De G. Cabrera Infante a V. Piñera







  Jesús Jambrina 


 Explorar la correspondencia de los escritores es una aventura sorprendente, al menos la de algunos escritores. No existe otro género en el cual la libertad de la mente devele tantos significados al mismo tiempo y el lector pueda rediseñar, o completar, su idea de los autores. La literatura, y la cultura desde una perspectiva dinámica, madura cuando los recovecos de la creación pueden ser seguidos a través de la intimidad de la escritura (auto)biográfica: las cartas, los diarios, las confesiones. Una literatura madura es una literatura que se enfrenta a su propia destrucción mediante la descripción descarnada de sus disímiles obsesiones, mientras ello no sucede los relatos corren el riesgo de convertirse en maleables programas románticos que no en activas segregaciones mentales. Activas significa aquí contestatarias, preguntonas, pero también astutas y ágiles acciones discursivas.
 Leer esta carta de Guillermo Cabrera Infante a Virgilio Piñera es al mismo tiempo repasar la verdad de ambos escritores. Es claro que podría hacerse una presentación sociohistórica de este documento: dar vueltas a las circunstancias en que ambos hombres se encontraban al momento de este intercambio, sin embargo, tanto Piñera como Cabrera Infante han superado, a estas alturas de la historia literaria cubana, las suficientes barreras como para contar la anécdota de nuevo. Mi interés aquí es sólo proponer la articulación de una lectura ¿hay que decir que crítica? de esta carta en función de los lugares que ella misma nos está proponiendo. Es decir, cómo se distribuyen sus significados de acuerdo a la información que ya poseemos con respecto a lo que fueron, o en lo que devinieron, intelectualmente hablando, ambos escritores.
 Tres líneas me parecen claras: I- la economía y seguridad con que Infante valora el trabajo de Pinera. A este último le ha tocado muchas veces enfrentar una crítica, sino reduccionista y prejuiciada, al menos sí limitada a una o dos de sus prácticas escritúrales: el teatro y la narrativa. Para Infante es evidente que los méritos del autor de Aire Frío no se quedan en su fondeo en el golfo del teatro cubano, sino que su versatilidad lo ubica en un lugar prominente dentro del campo literario -en rigor ¿puede hablarse de otro autor cubano con tantos aportes en diversas direcciones? Pocos han querido darse cuenta de este hecho. Infante, desde una perspectiva crítica flexible, aporta un fundamento, en mi opinión básico: Piñera es una totalidad y así debe entrar en el conocimiento de los lectores foráneos (recordar que se trata de una entrevista en Francia). Hoy esta afirmación comienza a verse más clara, en especial con la publicación de una selección bastante amplia de la poesía piñeriana (1) y con la preparación de otra selección de su crítica que, en su mayoría, queda por ser recuperada de las múltiples revistas y periódicos en los que Piñera colaboró en Cuba y Argentina (2).
 El segundo aspecto, en este caso puramente estilístico, sería la organicidad con que se nos presenta cierta conexión lúdica entre ambos escritores. Si para muchos críticos de Cabrera Infante y en algún sentido para él mismo, el juego con el lenguaje es una herencia británica, vía Joyce; en mi opinión esta carta contribuiría a entender una relación más cercana entre ambos autores -Piñera/Cabrera Infante-, desde el punto de vista del uso de la palabra y en general el retozo con ella, con sus posibilidades y flexibilidad, su desmembramiento. En última instancia tanto el uno como el otro pertenecen a momentos distintos de una vanguardia artística cubana caracterizada por la inconformidad y el alboroto, lo mismo a nivel político como a nivel literario (3).
 Cabrera Infante, como Piñera, ha sometido el lenguaje a altas temperaturas de expresión. Lo que para Piñera sería irrupción de un género en otro -la poesía puede ser teatral, pero a su vez narrativa, mientras que sus cuentos poseen intensidad poética y el teatro virtudes, muchas veces, más puramente literarias que escénicas- para Cabrera Infante sería la contaminación total entre los géneros, las más evidente aquella que -como ha notado Mario Vargas Llosa- es capaz de convertir una reseña cinematográfica en una obra estrictamente literaria (4). Nadie podría negarle a Guillermo Cabrera Infante haber asimilado, como ningún otro escritor del siglo XX en Cuba, las riquezas y complejidades de la mejor tradición literaria nacional e internacional y al mismo tiempo haber intentado rearticularlas de la manera más crítica posible, logrando textos (inevitablemente) antológicos en el ámbito de la lengua española, más allá de las reacciones a uno u otro premio importante.
 El tercer aspecto, digamos en el plano general de la carta, que me resulta atractivo, es la voluntad promocional del autor de Tres Tristes Tigres. Es difícil preveer cómo Cabrera Infante reaccionará a esta publicación, si es que se entera de ella. De cualquier manera, como hablante de entonces nos ofrece una visión bien jerarquizada de la narrativa cubana del período, con una muy definida conciencia generacional, cada uno de los nombres mencionados, a excepción de los que considera Maestros -Novas, Montenegro, Lydia Cabrera y Piñera- poseen un lugar fijo en sus opiniones.
 Se trataba del embrión de una naciente literatura, entonces revolucionaria, que nuestro autor buscaba establecer en la red de editores y editoriales de Francia, esfuerzo que hoy sabemos no fructificó, entre otras razones porque, como ha continuado sucediendo a lo largo de los últimos 42 años en uno y otro grupo, dicha generación se atomizó creativamente y sólo unos pocos de ellos sostuvieron una labor constante. De cualquier modo, es un testimonio claro de cuáles eran las posibilidades de circulación de la literatura cubana de aquellos años y cuál su interés para las editoriales europeas. Hoy sabemos que muy pocos sobrevivieron a aquella efervescencia, de cierta manera muy parecida a la que se percibe actualmente por la narrativa cubana en muchas partes del mundo y de la cual tampoco sabemos cuántos ni quiénes sobrevivirán cuarenta años después.



 Bruselas, 11 de enero de 1963

 Querido Público Virgilio M. (después del récord de "Aire frío": 4 grados sobre cero en Los Arabos: reflejos (de "Aire") acondicionados, no se te puede llamar por otro nombre: te confundes con el viejo poeta pederasta que agarró una rama dorada (algunos dicen que era una vulgar cavia (5) romana pintada con vulgar oro de Siena) y bajó a los infiernos: tú, desde el Infierno, esgrimes la rama dorada del laurel teatral: hay que decirte, pues, Ave Virgilius, spectatori te salutam-aviso: no dejes que lo de Ave Virgilio se corra por esa ciudad que exalta el machismo de sus hombres y adora el matriarcado de sus mujeres (6). Agamenón de Cuba, recibo con último agrado tu veloz carta, que para no desmentir que es tuya, vino volando: hizo el viaje en casi cuatro días, lo que es otro récord: eres, como Washington, el primero Así en la paz, el primero como en la guerra y el primero en el corazón de tus conbugarrones.
 Acabo de venir de chez madame la concierge, donde mi maltrecho ego –maltrecho por muchas pequeñeces que ya te contaré de viva voz un día– acaba de gozar de reparaciones notables: Max Pol Fouchet, el sagaz crítico, reciente consumió 15 brillantes -porque fueron brillantes- minutos elogiando a "Dans la paix comme dans la guerre" como un partisan. Casi se diría que era Luis Agüero o aun Raúl Palas. El Max Pol habló de lo lindo. Contó cuentos del libro y recomendó a todos su adquisición. Según Caillois, con quien me carteo, esto es excelente para la venta del libro –more later, como decía la caquéctica Audrey Hepburn en aquella maravillosa comedia que se llamó "Amor en la tarde". Es así que puedo saborear tu triunfo de todo corazón: me alegra la calentura de "Aire frío": serás, de ahora en adelante, Virgilio Westinghouse. Me entusiasma la idea de que venga a París -no sólo por la obra, sino por la presencia segura aquí de Julio, de Humberto y tuya. Debes hacer todos los amarres posibles por que la manden, no importa los que sean. Después de todo, when in Moscow... Que traducido al cubano quiere decir: A la tierra que fueres... Te tengo una sorpresa, que no te sorprenderá: me han hecho una entrevista para la revista española "Insula". He aquí lo que digo de ti antes de que tú mismo lo dijeras: "No quiero terminar de hablar del teatro cubano (porque en la entrevista hablo de todo, hasta de la metafísica del cuento) sin hablar de Virgilio Piñera. Piñera -dramaturgo, poeta, cuentista, crítico, novelista y traductor de "Ferdydurke" (permiso para una leve coña)- es una suerte de coloso de Rodas (Las Villas) de la escena cubana, que tiene un pie en el teatro vernáculo y el otro en la vanguardia europea. Su última pieza, sin embargo, es una crónica familiar en 3 actos que dura cerca de cuatro horas y que yo siento influida por "El largo viaje de un día hacia la noche", de Eugene O'Neill. Aunque el autor (Piñera, no O'Neill) lo niega. El éxito que tiene esta obra, ahora, en La Habana, según noticias (mentira muchacho: no tenía ninguna noticia), es casi imprecedente en la escena cubana. "Aire frío" ha sido estrenada por el Teatro Experimental, dirigida por el escritor Humberto Arenal y protagonizada por el director teatral Julio Matas. Curiosas transformaciones, ¿verdad? Piñera se colocó con su primera obra "Electra Garrigó"(1948), escrita a los 29 años, a la entrada de un posible golfo del teatro cubano. Como todos los colosos, Piñera se ha visto amenazado de derrumbe varias veces. Primero por Antón Arrufat y luego por José Triana, que con sus obras "El vivo al pollo" y "Medea en el espejo" parecieron al principio terremotos devastadores. Pero Piñera sigue sobre sus pies, a los 50 años, a pesar de que el precoz Nicolás Dorr escribe a los 14 años varias piezas ("Las pericas", "El palacio de los cartones") que reúnen el teatro vernáculo y el absurdo ionesquiano con toda felicidad". (Los subrayados entre paréntesis no aparecen en la entrevista).
 Pero eso no es todo, caro Virgilio Marrón, pues es la parte dedicada al cuento (después de mencionar a los maestros Novas Calvo, Montenegro, Lydia Cabrera) te hago este elogio: "Y, por supuesto, no puedo dejar de nombrar, una vez más, a Virgilio Piñera, que en sus "Cuentos fríos" tiene un libro tan extraño, lúcido y perfecto como "Cinniamon Shops", del malogrado (malogrado, hay que decirlo, por una asesina bala nazi, en el ghetto de Drojobycz, en Polonia, en 1942) Bruno Schulz". Como ves, no sólo en Cuba eres reconocido. Anche in Brussele.
 Ahora hablemos serio. Necesito que me mandes "Aire frío", pues me la han pedido aquí. También envía "El robo del cochino" y dos o tres obras que puedan interesar a un grupo de teatro izquierdista o comunista de la ciudad de Gent o Gand o Cante que la han pedido. Lamento que no puedas incluir ni una de las Medeas, ni una de las Viudas. Habla, sí, con Brene, a ver si tiene algo que sea menos local y pueda traducirse sin dificultades.
 Otra buena noticia y otra petición. Mándame tus "Cuentos fríos". Hablé con Caillois y luego le escribí para hablarle de varios libros cubanos que la colección de La Croix du Sud pudiera publicar. Le hablé primero, claro está de los maestros: Lydia, Lino Novás, tú. Me dijo que el libro de Lydia era para especialistas y que le buscaría un traductor; luego me dijo que los cuentos eran difíciles de publicar en Francia, porque los franceses no aman las nouvelles; luego me dijo que había pensado publicar los cuentos de Lino y finalmente me dijo que no conocía tu libro, pero que querría verlo. Comprendes que intento ser imparcial -o parcial- y quiero crear una curiosidad o un interés por la literatura cubana, que ya los editores irán saliendo. No dejes de mandarme el libro cuanto antes por correo certificado. Pienso luego hablar con otros editores del libro de Calvert, que me parece el más maduro de todos los libros de cuentos recién publicados; y luego hablaré por el libro de Arenal, que puede tener posibilidades; y luego por la novela de Desnoes, que no sé qué tal caerá. Aquí -y te hablo de Francia: este país es una poceta llena de la misma agua azul del océano cercano, pero no es más que eso: una poceta- parece haber escasez de libros con tanta editorial caminando y los libros latino-americanos son pocos y malos (la novela de Carlos Fuentes, que es muy buena en comparación con las demás, parece no gustar al traductor, que es el mío). No sé qué hacer con la novela de Arcocha y se lo voy a escribir, pues parece que Goytisolo la reportó favorablemente y no puedo hablar con Caillois sin permiso del Goyti, no vaya a parecer una intrusión. En cuanto a "La búsqueda" no creo que tenga el menor chance, dados sus errores, aunque pienso que Sarusky puede tener dentro un libro mejor que el libro que produzcan Desnoes o Arcocha. En cuanto a Lisandro, no sé, realmente qué es lo que le pasa, pues lleva más de dos años con su libro a cuestas y no acaba de terminarlo o de desecharlo o de comenzar otra cosa, si esa no sale. Ya ves, me ocupo de ustedes. (Hazme el favor de recomponer ese párrafo que salió como a Butor le encantan: mal escrito.)
 Escribo bastante, no creas. No quiero adelantar mucho, pero ya lo verás por la entrevista, que pienso mandar una copia a Cuba, a la revista Casa -es por eso que te adelanté el párrafo, para que no se extraviara luego.
 En cuanto al regreso, no sé. Si puedo salir de esta detestable ciudad y caer en París (la Unesco es un buen lugar, díselo a Carlos: ahora que Marta Frayde se queda sola, pues la mala víbora del Álvarez Ríos (hay que concederle a Arcocha una suerte de presciencia) sale pitando para Cubita Bella) o en Roma o en Londres, donde un consejero cultural no le vendría mal a Gran Bretaña, ya que PAF -con quien he hablado tres veces por teléfono- dice que hay mucho trabajo; entonces, con el cambio, me quedaré otro año más, previos paseos a La Habana, que sigue siendo a pesar de Europa, a pesar de París, la ciudad del sortilegio -para emplear una frase que te es cara- para mí, aunque actúe yo como uno de aquellos idiotas lemmings de Noruega o de Islandia -pregunta a Oscar por los lemmings y tendrás la clave de una afortunada metáfora destinada sin duda a hacer carrera. Pero en Bruselas, con este frío -16 bajo cero en la calle, hoy, cuando continúo tu carta, 12 de enero, con anuncio de una bajada hasta -26 para mañana domingo- y con el poco dinero, ya que la ciudad es carísima, y sin nadie interesante a quien conocer y sin contactos útiles, y con un trabajo hasta ahora burocrático y mierdero, lleno de mierditas que no vale la pena ni relatar, pero que hacen las delicias de cada día (¿te acuerdas del periódico bajo Ithiel?, algo parecido a esto, sólo que más imbécil, más pequeño y más mierdita: el eterno odio al intelectual, al artista, al escritor, que sale dondequiera y se manifiesta en cien mil diarias cobardías), cuando no tengo que servir a lo que más detesto: ahora mismo llevo tres días preparando dos cortos del ICAIC para que vayan a un festival de cine aquí: los cortos vinieron como todas las cosas del ICAIC, a la buena ventura, hubo que hacerles fichas técnicas, escribirles sinopsis y tomar la narración y traducirla y ponerlo todo coherente: y este trabajo tuve que hacerlo yo, que detesto a esa gente y lo que representan más que nadie, y mi trabajo, que no me gusta, que es detestable, será a AMDG (a mayor gloria de Dalia), que será quien se lleve el mérito. (Te recomiendo que lo pienses dos veces antes de aceptar el cargo en cualquier parte, porque tendrás que dar conferencias, hacer horario de burócrata y aguantar todos los paquetes inimaginables, amén de los que te imagines: éste del ICAIC, te lo aseguro, no es de los más desagradables: piénsalo, te digo.) Con esta soledad -no sólo física, sino espiritual-, con tantas incomodidades -vivimos en un cuarto del tamaño de mi estudio en La Habana y pagamos 4,000 francos belgas: $80, dólares, contantes y sonantes- y con este frío, no vuelvo a pasar otro invierno en esta ciudad. Come what may. Se la regaló a Rine, a Arenal, a ti: a quien la quiera. Corrección: Max Pol Fouchet habló por Radio Televisión Belge, que retrasmitía un programa, "Lecture pour vous", de Radio Televisión Francaise, en el mejor turno del programa y anunciado desde el principio y con un largo espacio, y todo dicho con una enorme convicción, lo que me alegró el fin de semana y la noche y el nuevo año.
 Virgilio, ¿qué pasa con mi libro? Cuando recibas esta carta se habrá cumplido un año de que entregué las dos terceras partes del libro a Paquita. El de Rine, que no estaba comenzado, ya está en la calle. Supongo que ahora yo no tendrá más la culpa. ¿De quién será? ¿De Soriano? ¿De mi padre? ¿De dos albañiles perezosos en casa Burgay? Debe ser así, pues ni Mateo, ni Paquita, ni tú quieren aceptar la parte de responsabilidad que les toca en esta demora casi bochornosa: Ediciones R. bate un récord: solamente "Aire frío" estuvo tanto tiempo en la nevera. ¿Se llamará mi libro, al salir, "Un oficio del Siglo XXI"? Ahora es hasta luego. Aprende a escribir largo y envía los libros: el tuyo, el de Estorino (¿por qué llamarse Abelardo cuando se llama uno José?), y el de Brene o los que creas presentables a esta gente. También quiero que te ocupes de enviarme con Edith Depestre o quien sea varios ejemplares del libro de pintura, que me hacen falta aquí para regalar a críticos y pintores que conoceré esta semana.
 Te veré en París dentro de dos meses. Amárrale los güebos al diablo. Sin tocárselos mucho. Hasta luego, el mismo abrazo de siempre con el mismo afecto de siempre:

 G.C.I.

 Notas
 
 1) Virgilio Pinera: La isla en peso, Ediciones Unión, La Habana, 1998. Tusquest Editores publicó el mismo libro en el año 2000 en su colección Nuevos textos sagrados.
 2) Antón Arrufat prepara dicha selección para la editorial Letras Cubanas, bajo el título de El país del arte, nombre de unos de los ensayos más conocidos de Piñera publicado en la revista Orígenes.
 3) La crítica literaria cubana ha considerado como Vanguardia sólo aquel movimiento que tuvo su auge cubano durante la década del 30 del pasado siglo. Sin embargo, como explicó Miklos Szabolscsí, la vanguardia, extendida por todo el mundo occidental, incluida América Latina, tuvo un segundo momento de esplendor a partir de los años 40, cuyo signo básico fue la crítica corrosiva mediante el absurdo y otros recursos vanguardistas, de la sociedades occidentales, con los valores burgueses al frente, incapaces de impedir la guerra y la destrucción. Una crítica profundamente humanista que tuvo un último período claro a finales de los 50 y durante una parte de los 60, en esta última época bajo nuevas circunstancias e intereses. (Rev. Casa de las Américas, No 80, Sept.-Oct., 1972, pp. 4-17). Durante este período, la literatura cubana también estuvo expuesta a las gravitaciones foráneas así como a un diálogo con la propia herencia vanguardista. Además de Piñera y Cabrera Infante, podrían ser incluidos dentro de esta tradición escritores como Enrique Labrador Ruiz, Lorenzo García Vega, Severo Sarduy, y Ezequiel Vieta. La vocación vanguardista de la literatura cubana ha sido realmente poco estudiada y merece una atención mucho más central de lo que puede ofrecer una nota al pie, lo cual intentaré en textos futuros.
 4) Pensemos, por ejemplo, en el caso de Piñera en los poemas de la sesión "Si muero en la carretera", en Una Broma Colosal (1988) y en el de Cabrera Infante, en su libro Exercicios de esti(l)o, de la década del 70. Por otra parte, la afirmación de M. Vargas Llosa fue parte de su argumentación como jurado del Premio Cervantes en el año que se le otorgó a Cabrera Infante, publicada más tarde en la revista Archipiélago, 1999.
 5) El autor de la carta extiende una flecha al margen con la siguiente frase: "¿Un trolló papá?".
 6) Flecha al margen: "y viceversa: exalta el machismo de muchas de sus mujeres y el matriarcado de sus hombres".


 Tomado de Diásporas, Documentos 6, febrero-marzo de 2002, pp. 22-26. 

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