jueves, 14 de agosto de 2014

Daguerrotipias





 ¿Puede mirarse como un progreso para el arte el descubrimiento del daguerrotipo? Los partidarios furibundos de la mecánica resolverán esta cuestión contestando afirmativamente; porque para ellos toda economía de tiempo y de brazos es un gran paso de progreso, y como el siglo es eminentemente mecánico queda resuelto el problema según lo que se llama común sentir de los hombres. Sin embargo, conviene no perder de vista que hay alguna diferencia entre el común sentir y el sentido común, acerca de lo cual hablaba mucho la difunta.  
 Considerando las cosas de un modo absoluto, no hay duda que progresamos en un tiempo en que todo ha llegado a hacerse con máquina. Hoy hay máquinas para lavar, máquinas para coser, máquinas para retratar, máquinas para hacer las operaciones aritméticas, máquinas para imprimir, y si no dígalo el Moro Muza, primer periódico literario de la isla de Cuba que ha empleado la célebre máquina de Erikson, donde se prueba que el tal Moro no pertenece al número de los recalcitrantes. Ya no falta más sino que se inventen máquinas para escribir en verso. ¡Qué bonito sería eso de dar cuatro vueltas a una rueda y ver salir unas quintillas amorosas, un soneto de natalicios, o una elegía! ¡Sería tan socorrido eso de poder cualquiera decir: ¿Llegó el Santo de Lola o de Chucha, ¡purrum pun pun! allá va un soneto a pedir de boca, como que está hecho con máquina. ¿Se murió taita Cheche? ¡Porrom pom pom! ya tenemos un canto fúnebre capaz de enternecer a un profesor de economía polítíca. ¿Me enamoré de Panchita? ¡Parrain pam pam! he aquí unas endechas que harían honor a Meléndez Valdés, y Campoamor y a Gil y Zárate.
 El que tal máquina descubriera se haría millonario, aunque no le aconsejaría yo que viniese a especular a la isla de Cuba, porque aquí no tendría salida el género, pues el que menos de los sinsontes puede producir más versos que diez máquinas de la potencia de quinientos caballos cada una.
 No he dicho que se inventaran máquinas para escribir en prosa porque esto ya es después, como dicen en mi tierra los que han comido cuando les convidan a comer. El estilo cortado es una especie de Molinatipo aplicado a la literatura, y si los que cultivan el citado estilo no son máquinas de escribir, no por eso dejan sus escritos de parecer hechos con máquina.
 Pero si hay quien mira las máquinas de retratar como un progreso en la esfera del arte, no falta quien lo niega con razones incontestables. Indudablemente la cámara oscura ofrece primores de detalle superiores a todo encarecimiento y gran corrección de dibujo; pero por esta misma facilidad que hoy tienen los artistas para obtener un contorno, es natural que se abandone y decaiga el estudio del dibujo limitándose los artistas a ser por decirlo así iluminadores y no cuidando ya más que de perfeccionarse en el estudio del colorido. Si esto sucede, como es de suponer, necesariamente ha de sentirlo el arte, y puede asegurarse que Daguerre engendrando millares de retratistas ha hecho imposible la reproducción de los Tizianos, Murillos y Rafaeles. En lo sucesivo tendremos retratos parecidos, tendremos, si se quiere, buenas vistas panorámicas, pero no abundarán cuadros de historia, y con máquina o sin ella, será preciso ir entonando en lacrimosos versos los funerales de la alta escuela de pintura en su más genuina expresión. 


 Solo hay un ramo de pintura que promete un cierto progreso, y es el de los retratos, porque pudiendo obtenerse la semejanza, que es lo principal, por medio de la cámara oscura, se ofrece desde luego esta garantía no despreciable para todo el que desea verse fielmente reproducido, y de aquí la boga que van alcanzando las llamadas fotografías al óleo de que M. Fredericks ofrece tan bellas muestras en su establecimiento de la calle de O' Reilly. Sin embargo, el procedimiento presenta sus inconvenientes, como puede observarse en los retratos de los Escmos. Sres. Condes de San Antonio, que tan justamente llaman la atención en dicho establecimiento. Desde luego puede asegurarse que, no pudiendo mediar gran distancia entre la máquina y la persona que ha de retratarse de cuerpo entero, para que todos los puntos de ésta se aparten lo menos posible de la línea horizontal, ha de haber alguna desproporción en el dibujo, y esto es lo que a primera vista se nota en el retrato del Sr. General Serrano, en el cual encuentra el Moro Muza la cabeza tan grande, que indudablemente no corresponde al cuerpo. Además, en un retrato no solo se ha de conservar el contorno, sino también el dintorno, y esto último sumamente difícil, porque, desapareciendo las líneas primitivas luego que se hallan cubiertas por una espesa capa de color, pueden irse poco a poco alterando y desviarse de la verdad hasta el punto de hacer redondos unos ojos rasgados, &c. Esto es puntualmente lo que ha sucedido con el retrato de la bellísima Condesa de San Antonio, cuyo dintorno deja algo que desear.
 No quiero por esto decir que los referidos retratos carezcan de mérito artístico. Indudablemente conservan el parecido y se ve que están pintados por mano maestra, si bien en su colorido se han exagerado algo las cualidades de lo brillante y vigoroso que constituyen lo que impropiamente han dado algunos en llamar escuela francesa, como llaman otros estilo francés al estilo cortado. Así el retrato del Sr. Conde presenta un color que pasa de castaño oscuro y que no está en el original, mientras que en los ojos de la Sra. Condesa resalta una energía, no más recomendable por cierto que aquella languidez natural que hace tan dulce y simpática la mirada de dicha señora.
 Varios son los retratos que yo he visto de los citados Sres. Condes de San Antonio, y entre otros los que está haciendo el joven artista español D. Isidro González Romero. Aunque profano en la pintura, me parecen muy bien pintados, y no solo encuentro en ellos la verdad del colorido sino la de una perfecta semejanza. Solo siento que por haber el Sr. Romero tenido a la vista unas pequeñas fotografías análogas a las que han pintado al óleo en casa de Mr. Fredericks, tengan unos y otros retratos la misma posición, como si fuesen iluminaciones de un mismo grabado. Sin embargo, los retratos del Sr. Romero tienen la recomendación de haberse dibujado libremente y a ojo, aunque haya tomado las citadas fotografías por modelo, como las tomaran otros muchos artistas tal vez, pues por lo mismo que los medios mecánicos dan resultados tan sorprendentes en punto a la verdad del perfil, la pintura tiene que resentirse en adelante de amaneramientos parecidos al que acabo de mencionar.
 ¿Deberemos por esto proscribir las aplicaciones del descubrimiento de Daguerre? Nada creo que por ello perdería el arte, pero ya es imposible hacerlo y lo que ahora nos falta es solo que venga cuanto antes la máquina de hacer versos a ver si da también al traste con la poesía, pues en vista del triste papel que hoy está desempeñando, vale más que se vaya con la música a otra parte. Lluevan sonetos daguerrotípicos, y aunque sean molinatípicos, mestreotípicos o loomi-típicos, que, si les falta la inspiración, llenarán tal vez las condiciones de la medida, mientras que los fabricados por los sinsontes solo suelen llenar la copa del sufrimiento.


  EL MORO MUZA

  "Problemas de bellas artes", 15 de abril de 1860. 


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