sábado, 11 de julio de 2015

El terror reina




  Francis L. Mccarthy 


 La represión llevada a cabo por el Gobierno de Fidel Castro en la retaguardia, más que la misma lucha que se desarróllala en la cabeza de playa de bahía Cochinos, ha sido pausa de que no prosperase de manera contundente la ofensiva contra el actual Gobierno de la Habana.
 Cincuenta mil hombres, mujeres y niños —catorce mil de ellos sólo en la Habana— fueron conducidos urgentemente a improvisados campos de concentración, en algunos casos familias enteras. Estos campos de concentración son el estadio de la capital, numerosos hoteles y escuelas.
 Esta información ha sido obtenida en la primera comunicación telefónica independiente que se ha conseguido con la capital cubana, desde que grupos de anticastristas armados desembarcaron en la costa meridional de la isla, en las primeras horas de la mañana del lunes pasado.
 Los miembros de Comités de vecinos, encargados de la vigilancia de las casas, salieron a las calles para denunciar a las personas que consideraban como enemigas de Fidel Castro. Los milicianos confiscaron camiones y autobuses, en los que eran llevados los detenidos a estos campos de concentración.

 Trágicos hechos

 Pasará mucho tiempo antes de que se puedan relatar todos los trágicos hechos que se han producido en la Habana durante estos días. Una mujer inglesa, Mrs. Grace Gillespie Solar, natural de Yorkshire, fue sacada de su casa, poco después de haber dado a luz un niño; pasó toda la noche tirada en el suelo, donde hombres y mujeres, todos ellos prisioneros, se apiñaban juntos. El embajador inglés tuvo que hacer repetidas gestiones para conseguir que fuera puesta en libertad y enviada al hospital, bajo la mirada de los milicianos.

 Represión desproporcionada

 Círculos diplomáticos, que han seguido el desarrollo de los acontecimientos muy minuciosamente en estos últimos tiempos, consideran que en la Habana habían algunas bandas armadas, preparadas para el momento en que se produjera el primer desembarco. Pero la represión ha sido terriblemente desproporcionada. Los agentes del Gobierno procedieron a la detención de las figuras anticastristas más conocidas en las doce horas que siguieron al anuncio del desembarco. Esto se debe a que la verdad es que tales anticastristas desconocían la fecha en que se produciría la operación. A la detención de estos hombres, siguió la de sus parientes y hasta la de sus amigos.

 Ha sido suficiente una denuncia, una breve declaración, para que muchas personas hayan pasado a una cárcel, y, a estas alturas, no se sepa nada de ellas.

 Es muy elevado el número de cubanos que han acudido a las Embajadas en busca de asilo, donde en estos momentos se encuentran protegidos bajo pabellones extranjeros. Otros decidieron esconderse en casas de amigos.

 Las iglesias fueron registradas y confiscadas por los milicianos. No se permite a nadie entrar o salir de ellas. Una noticia asegura que más de cien sacerdotes han sido detenidos, incluyendo los padres agustinos canadienses, que se hallaban en su escuela de Colón, en la provincia de Matanzas.

 Los improvisados campos de concentración no estaban preparados para recibir a un número tan elevado de personas. Carecen de alimentos y de lo más imprescindible, en cuanto a medidas de higiene. Muchas personas están enfermas y no tienen más cuidado que el que les proporciona el compañero de cautiverio.

 Clausura de la Universidad

 Todos los colegios católicos han sido físicamente ocupados o confiscados por los milicianos de Fidel Castro. Monseñor Eduardo Boza Masvidal, obispo auxiliar de La Habana y rector de la Universidad de Villanueva, fue detenido con otros varios sacerdotes. La Universidad ha sido clausurada. El ilustre prelado fue detenido cuando se encontraba en una iglesia. Los milicianos le acusan de haber encontrado en el templo literatura contrarrevolucionaria y dinero, incluyendo moneda norteamericana. 

 En otras parroquias de la Habana y provincias, los sacerdotes han sido detenidos en una cifra bastante elevada. E incluso los sacristanes y hasta monaguillos. En la iglesia de San Juan, de la Habana, y en un gesto que confirma en grado heroico de tantos cubanos, los fieles se arrodillaron y rezaron el Rosario ante la puerta de la iglesia. En ella milicianos armados negaron la entrada a todo el mundo.

 Muchos observadores consideran que la operación de desembarco no ha estado bien preparada, sobre todo en lo que se refiere al tiempo, y que ha sido precipitada. Incluso las Embajadas quedaron desconectadas telefónicamente y Cuba quedó totalmente aislada del resto del mundo, sin que hubiera la menor comunicación, excepto en dos casos: la emisora gubernamental, que divulgó las informaciones de Fidel Castro, y aquellas personas del bloque comunista que pudieron entrar en la isla durante estos días.

 (N. de la R. — La siguiente crónica está basada en la primera comunicación independiente que se ha obtenido con la Habana desde el lunes pasado, en que comenzaron las operaciones militares por parte de algunos contingentes anticastristas.)



 La Vanguardia, 22 de abril de 1961.

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