miércoles, 22 de febrero de 2017

Pedro Selsis





 Discurso del Dr. Pedro Selsis (fragmento).  

 ¿Quiénes constituyen y en qué condiciones viven la grandísima mayoría de los peninsulares que viene a Cuba y son los que más frecuentan las clínicas médicas? Son por lo general: soldados, dependientes de tiendas, de almacenes de víveres, de ferreterías, de cafés, de fondas, porteros o cocheros, y no podemos olvidar los que barren las calles y limpian los wáter closets; todos, sin excepción, expuestos a las causas inmediatas de las afecciones lágrimo-nasales.
 (…) El soldado! Todos conocemos sus tristes condiciones higiénicas, principalmente con las necesidades hijas de los acontecimientos de estos últimos años.
 El dependiente de almacenes! Si es de loza o ferretería, ¿quién no sabe que el polvo es tan sutil que impregna la paja, con que se envuelve la porcelana, y el que cubre las piezas de hierro, penetra fácilmente en los últimos rincones de los conductos nasales y provoca conjuntivitis, retinitis y faringitis crónicas, cuyo influjo sobre el conducto lágrimo-nasal se ejerce por continuidad.
 Los dependientes de cafés y bodegas viven con los pies en la humedad y la cabeza en una atmósfera de ginebra, de coctel y de alcohólicos de toda clase.
 Los cocheros! Señores, nombrar un estable en La Habana es decir que bajo un mismo techo viven hombres y animales en medio de una atmósfera absolutamente infecta, y es cosa que espanta la razón de la persona más antihigienista.
 No insistiremos en lo tocante a los que barren las calles y a los que se ocupan de la limpieza de los wáter closets, por ser cosa demasiado tangible.
Y los canarios! ¿Quién de los facultativos que nos oyen no ha sido llamada al lado de uno de esos infelices, acostados a menudo en un cuarto abierto a todas las intemperies, o viviendo por docenas en un lugar reducido, amontonados de noche como bultos? ¡Qué atmósfera se aspira a las cuatro o cinco de la mañana en esos lugares!
 Y si todo lo que acabo de exponer es la verdad absoluta, sin exageración ninguna, ¿hay algo de extraño que en presencia de causas tan directas, tan poderosas, tan irrecusables, se desarrollen las afecciones de órganos tan delicados como son los ojos y los conductos lagrimales? 

 Boletín de la Sociedad Antropológica de la Isla de Cuba, Tomo 1, núm. 5, 1885. 


 Pulverización. — Concedida la palabra al Dr. Selsis, de París,  incorporado en 1857 a la Universidad de la Habana, expresó que la pulverización producida por el tubo inspirador es tan tenue que tiene todas las propiedades expansivas de los gases,  como lo ha demostrado Sales-Girons, pudiéndose hacer penetrar los líquidos medicinales y las aguas minerales hasta los bronquios. En el aparato que presenta y hace funcionar, se ha propuesto reunir las condiciones siguientes: poder a voluntad dar inhalaciones y duchas pulverizadas a temperatura variable sin alterar los medicamentos: el indicado profesor explica las partes de que se compone su aparato, así como su mecanismo y sus ventajas sobre el del inventor de la pulverización: con él pueden darse duchas para las enfermedades de la boca y de la garganta, y con una ligera modificación para las de las fosas nasales; se dan también duchas no pulverizadas y de mucha potencia. En este clima las inhalaciones pierden menos calórico y las duchas apenas la cuarta parte, tomando por punto de partida los experimentos practicados de acuerdo con el Dr. Chateau. Debe advertirse que con tales aparatos el médico tiene a su disposición dos cosas muy importantes: el tratamiento por medio de la temperatura y el tratamiento por medio del medicamento pulverizado. El autor señala las principales afecciones a que puede aplicarse: la tisis, el asma, la tos ferina, las hemorragias pulmonares, las inflamaciones agudas y crónicas de la faringe, laringe, tráquea y bronquios; las anginas y parálisis consecutivas &, &., citando algunos casos de su práctica, y no olvidando decir que no se prescinde del tratamiento general oportuno, para hacer patente, al terminar, que un método que introduce de un modo seguro y fácil los medicamentos en el torrente de la circulación al momento mismo en que se efectúa uno de los actos más importantes de la fisiología, tiene un porvenir tan vasto que nadie se puede atrever a fijar sus límites."

 Anales, T-X, 1877-74, pp. 113-15. 


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